José Luis Pichardo
En el año 2019 antes de la pandemia, España batía récords de visitantes extranjeros con 84 millones de turistas, quedando en segundo lugar del top mundial, junto a EE.UU y Francia. Es decir, nuestro país, y por supuesto la Comunitat Valenciana con 8 millones, consolidaba su crecimiento como uno de los destinos líderes a nivel global. Pero llegó el covid 19 y frenó la floreciente y rentable industria que había mantenido el listón muy alto desde su eclosión en los años 60 del siglo XX, o lo que es lo mismo, una actividad ininterrumpida durante casi sesenta años.
Esa zozobra puso en jaque a un sector que había mantenido a familias, empresas hoteleras, gastronómicas o tour operadores durante varias generaciones, y enviaba a la quiebra a algunas compañías y a la reconversión a otras, ante el escenario incierto que había generado una enfermedad mundial, como no se había conocido en un siglo. Por tanto, el turismo no escapaba a una deriva económica global, al ver restringida su razón de ser, la movilidad. Y evidentemente, lo mismo sucedía con otros sectores tradicionales como el pequeño comercio, factorías diversas, etc, mientras que emergían con fuerza, las plataformas de streaming.
Con este escenario, algunos hoteleros o restauradores pensaron que era el momento de finiquitar aquello por lo que habían luchado durante años o décadas, bien cesando sus negocios o vendiendo edificios que algunos fondos de inversión si estaban dispuestos a comprar a buen precio, pensando que algún día la actividad turística volvería a su apogeo. Un detalle sobre el que no se equivocaron los que vieron a un sector tan arraigado en nuestra cultura como una futura fuente de ingresos, aunque en aquellos momentos tuvieron que soportar y siguen en ello, importantes cargas financieras.
Pero el covid, como todo en la vida fue disminuyendo su amenaza y el sector vuelve casi, casi por sus fueros, tal y como ha quedado demostrado en este Fitur 2023. Un certamen en el que se ha visto el ambiente de siempre, con llenazos en los pasillos, a profesionales veteranos y nóveles con ganas de hacer negocio, las administraciones a lo suyo, promocionando sus destinos turísticos, y lo más importante: los asistentes a la feria con ganas de descubrir un mundo concentrado en más de 180 países que consolidan a Fitur como uno de los grandes certámenes del mundo junto con la ITB de Berlín o la World Trade Market de Londres.
Por tanto, el turismo vuelve a ser ese motor económico de antaño, con una aportación al PIB de España o la Comunitat Valenciana entre el 12 y el 14 x ciento con cifras ya similares e incluso superiores al punto de inflexión que marcó 2019. Por ello, importa poco que las ediciones de Fitur 2021 y 2022 se celebraran con restricciones, porque lo cierto es que se celebraron, ni que las cifras estén entre el 12,2 o 12,6 de visitantes foráneos, teniendo en cuenta el modelo de recuperación en el que nos encontramos.
Porque lo realmente importante es que en 2023, Fitur nos muestra el camino y la evidencia de que podemos y debemos tener mucha industria, innovación tecnológica y apoyar a nuestras pymes, pero que debemos cuidar y proteger al turismo como uno de nuestros grandes tesoros, porque nos guste o no, sigue siendo el motor de la economía española y visto lo visto, tambien el de otros muchos países del mundo.