Ni la amenaza de lluvia ni el ambiente prefallero y muy festivo de este sábado ha quitado un ápice de protagonismo a los mensajes reivindicativos de las organizaciones que han convocado sendas manifestaciones en el Día Internacional de la Mujer, el 8M. Miles de mujeres y hombres tomaron el centro de Valencia en dos manifestaciones feministas que se extendieron durante toda la tarde. La protesta se llevó a cabo en homenaje a las mujeres afectadas por los estragos de la dana y como denuncia contra la «incompetencia institucional». Tanto la ministra de Ciencia, Diana Morant, como la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, han hecho doblete al participar en actos de la capital del Turia y también en Madrid, con varios ministros del Gobierno de Sánchez.
El movimiento feminista, además de expresar su preocupación por el crecimiento de la extrema derecha y el negacionismo de la violencia machista, exigió la aprobación de una ley abolicionista de la prostitución y la prohibición de los vientres de alquiler. En el frente de la movilización marcharon mujeres de l’Horta Sud, una de las comarcas más afectadas por la riada, sosteniendo una pancarta con el mensaje «Dones caminant endavant». A la manifestación se unieron decenas de colectivos feministas, cada uno con sus propias reivindicaciones pero unidos en la lucha por los derechos de las mujeres.
Como ha ocurrido en años anteriores, el movimiento feminista se presentó dividido en esta jornada. Por un lado, la Assemblea Feminista de València inició su marcha a las 16:30 horas desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en la calle Zapadores. Al llegar a la plaza de Sant Agustí, se unió con otras activistas y continuó hasta la plaza de la Mare de Déu bajo el lema «Els feminismes recordem, resistim i construïm des de la rebel·lia». Por otro lado, la Coordinadora Feminista de València organizó la movilización mayoritaria, que arrancó a las 18:30 horas desde la calle Colón y terminó en la plaza de la Reina con el lema «El feminismo es la voz de la revolución».
Este año, la protesta estuvo marcada por dos temas clave: la «gestión criminal» del Consell ante los efectos de la dana, que dejó 227 fallecidos (85 de ellos mujeres), y el avance de la extrema derecha con su agenda antifeminista. Además, la Coordinadora Feminista destacó un objetivo esencial: garantizar un futuro donde las niñas puedan crecer sin miedo, con referentes femeninos que las inspiren y una educación en igualdad que erradique estereotipos de género.
Reivindicaciones clave
Entre las principales exigencias de la Coordinadora Feminista estuvo la lucha por una igualdad social y laboral efectiva. Se denunció que las mujeres continúan ganando menos que los hombres por el mismo trabajo, además de cargar con responsabilidades invisibilizadas en el hogar y enfrentar precariedad en sectores feminizados. Las manifestantes también exigieron el fin del «techo de cristal», el «suelo pegajoso» y las brechas salariales, así como el reconocimiento y revalorización de trabajos esenciales desempeñados mayoritariamente por mujeres. Otra preocupación clave fue la salud femenina y las desigualdades en atención médica. Se reclamó una mayor inversión en la investigación de enfermedades como la endometriosis y una mejor formación de los profesionales sanitarios en diagnósticos diferenciales.
Abolicionismo y violencia de géneroLa «mercantilización» del cuerpo de las mujeres fue otro de los puntos de batalla de la protesta. «La prostitución no es un trabajo», proclamaron las manifestantes, exigiendo la aprobación de una ley abolicionista que erradique el sistema prostitucional y pornográfico, así como la prohibición de los vientres de alquiler y la compra-venta de óvulos. «No son clientes, son violadores», coreaban las asistentes mientras avanzaban por la calle Colón.
Durante la lectura del manifiesto en la plaza de la Reina, la Coordinadora Feminista manifestó su hartazgo ante la violencia que sigue cobrándose víctimas a diario. «La violencia estructural que sufrimos tiene muchas caras: sexual, física, psicológica, institucional y económica», denunciaron. La exigencia principal fue la implementación de políticas efectivas y un compromiso real para proteger a las mujeres y niñas en situación de riesgo.
La perspectiva de la Assemblea Feminista
Por su parte, la Assemblea Feminista centró su discurso en las mujeres migrantes empleadas en el servicio doméstico, muchas de las cuales quedaron sin trabajo tras la DANA. Se denunció que algunas fueron despedidas sin miramientos e incluso expulsadas de las viviendas donde trabajaban y residían.
Las portavoces también pusieron el foco en las «trabajadoras sexuales», quienes, al no tener un estatus laboral reconocido y en muchos casos carecer de documentación, quedaron completamente desprotegidas. Denunciaron que la presencia policial creciente solo ha contribuido a aumentar su vulnerabilidad.
El auge de la extrema derecha y su negacionismo de la violencia machista fue otra preocupación clave en la protesta. A nivel interno, el feminismo sigue dividido en dos posturas irreconciliables: la abolicionista, que rechaza la prostitución y niega que «ser mujer sea un sentimiento», y la postura de la Assemblea, que reconoce los derechos de las trabajadoras sexuales y de las personas trans. Pese a las diferencias internas, ambas movilizaciones reafirmaron su compromiso con la lucha feminista y su determinación de avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.
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