La Unión Europea ha decidido dar un respiro a la creciente tensión comercial con Estados Unidos, acogiendo la tregua parcial arancelaria de 90 días como una oportunidad para buscar un terreno común. Sin embargo, Bruselas deja claro que no descarta tomar represalias si las negociaciones fracasan. La UE ha respondido a la congelación de aranceles por parte de EE.UU. con una medida similar, aplazando la entrada en vigor de sus primeras contramedidas durante el mismo período.
El comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, viajará de nuevo el lunes a Washington para reanudar las negociaciones. Al mismo tiempo, los ministros de Economía y Finanzas reunidos este viernes en Varsovia han querido dejarle claro a EE UU que la UE mantiene “todas las opciones sobre la mesa” para responder si estas conversaciones no llegan a buen puerto.
“Hemos dejado en suspenso nuestro primer conjunto de contramedidas para dar a las negociaciones una oportunidad de éxito. Pero mantenemos todas las opciones sobre la mesa, en caso de que fracasen las negociaciones”, ha afirmado el comisario de Economía, Valdis Dombrovskis, al término del encuentro informal del Eurogrupo en la capital polaca, al que sigue una reunión de Ecofin, que se prolongará hasta el sábado. Estas opciones podrían incluir también un gravamen a servicios como los digitales, terreno en el que hay un “déficit sustancial” en la balanza comercial, ha recordado.
Nadie quiere por ahora, sin embargo, ponerse en el peor de los escenarios. “La pausa da una ventana de oportunidad. Lo que haremos ahora es usar estos 90 días para trabajar de manera constructiva con EE UU para ver si podemos identificar una alternativa negociada a un camino que nos llevará a todos a un mundo de menos crecimiento, de inflación más alta y de muchos riesgos a todos los avances logrados en los últimos años”, había declarado a su llegada a la cita el presidente del Eurogrupo, Pascal Donohoe. Este panorama sombrío es algo que “en Europa no queremos ver”, aseveró.
Es en este marco en el que Sefcovic vuelve a hacer las maletas este fin de semana, rumbo a Washington. “El comisario va a Washington a intentar firmar acuerdos. En eso estamos concentrados”, ha anunciado en Bruselas el portavoz para Comercio de la Comisión, Olof Gill. Pero también desde ahí se ha dejado claro que la ventana de oportunidad no es infinita: “Todas las opciones están para el caso de que [las negociaciones] no conduzcan a un buen resultado”, ha coincidido el portavoz comunitario.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha dado pistas sobre cómo sería el escenario si estas conversaciones no terminan en acuerdo. En una entrevista en Financial Times, ha insistido en que van a buscar un pacto “completamente equilibrado” con Washington, pero si no se da, podrían “imponer un impuesto a los ingresos publicitarios de los servicios digitales”, lo cual afectaría a las grandes tecnológicas como Meta, Google y Facebook. En este sentido, ha explicado que la medida consistiría en un arancel aplicado en todo el mercado único.
La realidad casi distópica en que ha puesto al mundo la guerra arancelaria abierta por el estadounidense Donald Trump hace que nadie se atreva a hacer predicciones ni a largo ni a corto plazo. Sobre todo, porque hay aranceles aún en vigor, el generalizado a todos los países del 10%, así como los gravámenes del 25% al acero y al aluminio, y a los automóviles.
Donohoe se manifestó “confiado” en que los pilares económicos de la Eurozona son “fuertes y resilientes”. En el caso español, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha agregado que el país afronta la volátil situación con un “punto de garantía” que supone un modelo de crecimiento “que se está mostrando robusto” —ha citado las previsiones del FMI, que ha elevado sus perspectivas de crecimiento del producto interior bruto (PIB) español hasta el 2,5%—y con la puesta en marcha de una “red de seguridad y protección para los ciudadanos”.
Con todo, una guerra arancelaria tendría un profundo impacto en una economía mundial que lleva años mostrando signos de fatiga. Dombrovskis ha recordado en este sentido que el 10% de aranceles que Washington mantiene a nivel general pese a la tregua arancelaria supone un “golpe a la economía global”.
Según las simulaciones que ha hecho su equipo sobre el impacto arancelario norteamericano, basadas en unos aranceles del 20%, el PIB estadounidense se reduciría entre un 0,8% y un 1,4% hasta 2027, ha indicado. El impacto negativo en la UE sería menor que en EE UU, en torno al 0,2% del PIB. Y si los aranceles se perciben como permanentes o si hay más contramedidas, las consecuencias económicas serían más negativas aún, ha advertido: hasta un 3,1%-3,3% para EE UU, y un 0,5%-0,6% para la UE y un 1,2% para el PIB mundial, mientras que el comercio mundial disminuiría un 7,7% dentro de tres años, ha revelado.
“Los aranceles van en contra de la lógica política y económica de una asociación comercial transatlántica profunda y duradera, valorada en 1,6 billones de euros en 2023”, ha insistido Dombrovskis, quien en vísperas del nuevo intento negociador, ha vuelto a recordar que “Europa no quiere esta confrontación”.
Después de comprobar los intentos de Trump de negociar de manera individual con algunos países, Donohoe se ha manifestado “absolutamente seguro” de que los Estados miembros seguirán “trabajando juntos para mantener un apoyo total” a la Comisión que, como ha recordado esta reiteradamente los pasados días, es la que tiene la competencia exclusiva para negociar en materia de comercio.