El robo de cable en el AVE provoca la cancelación de siete trenes entre Valencia y Sevilla

El robo de cable de cobre registrado en un tramo de la línea de alta velocidad entre Sevilla y Madrid ha generado importantes retrasos, cancelaciones y malestar entre miles de pasajeros durante las últimas horas. Este nuevo incidente se suma a una serie de episodios recientes que han puesto en evidencia la vulnerabilidad de las infraestructuras ferroviarias en España y la necesidad urgente de reforzar los sistemas de seguridad y respuesta. En la estación Joaquín Sorolla de Valencia el impacto del robo ha pasado de refilón, pero los retrasos, anulaciones y la inseguridad con el servicio no hace más que crecer. El AVE ya no es fiable. Hay dos operadores más usando las infraestructuras. Se han cancelado siete trenes que unían Valencia y Sevilla. Los de las 10:32 h, 11:43 h, 12:31 h 13:31 h, 15:09 h, 15:32 h y 16:35 h respectivamente. A la vez, se han producido retrasos desde Madrid. Y esta noche arrancaba la Feria de Abril.

El sabotaje afectó a un tramo clave del trazado AVE, provocando una interrupción parcial del servicio y obligando a Renfe a reorganizar trenes, modificar rutas y ofrecer transporte alternativo en algunos casos. Según fuentes oficiales, se trató de un robo planificado que generó una avería en el sistema de señalización, lo que obligó a reducir drásticamente la operativa ferroviaria en la zona afectada.

El incidente ha generado un fuerte impacto en los usuarios, especialmente en un contexto en el que el sistema ferroviario viene enfrentando crecientes críticas por su falta de resiliencia, coordinación institucional y mantenimiento preventivo. Organizaciones de consumidores y expertos en transporte han alertado en los últimos meses sobre el deterioro progresivo del servicio en varios corredores clave del país.

Pese a que España cuenta con una de las redes de alta velocidad más extensas del mundo, la gestión de su funcionamiento —especialmente tras la liberalización del mercado ferroviario— está mostrando signos de saturación y falta de previsión ante imprevistos. A ello se suma la fragmentación de responsabilidades entre Adif, Renfe, operadores privados y diferentes niveles de administración, lo que dificulta una reacción rápida y coordinada ante emergencias como la vivida esta semana.

Además, fuentes del sector han señalado que la creciente incidencia de robos de cobre —valioso en el mercado negro— ha puesto en jaque a varias líneas en los últimos años, y reclaman mayores inversiones en seguridad perimetral, videovigilancia y detección temprana de sabotajes. El incidente ha reabierto también el debate sobre la necesidad de modernizar sistemas críticos de señalización que siguen siendo vulnerables a intervenciones externas.

Mientras se trabaja para restablecer el servicio con normalidad total, las autoridades han anunciado la apertura de una investigación por parte de la Guardia Civil para identificar a los responsables del sabotaje, que se cree fue cometido por una red organizada con conocimientos técnicos específicos.

El incidente vuelve a poner en el centro del debate la fragilidad de un modelo ferroviario que necesita reformas estructurales, tanto en materia de seguridad como de planificación y respuesta ante crisis.