Trump también quiere subir los aranceles al acero del 25% al 50% en plena venta de U.S. Steel a Japón

La ofensiva comercial de Donald Trump no cesa. Tras una semana marcada por una sentencia judicial que puso en entredicho su política, el presidente de Estados Unidos ha optado por intensificar su estrategia proteccionista. Desde una planta de la compañía U.S. Steel en West Mifflin, Pensilvania, Trump anunció su intención de duplicar los aranceles a la importación de acero hasta un contundente 50%, una medida que fue recibida con ovaciones por parte de los trabajadores.

Este anuncio llega en un momento de particular controversia, justo cuando la centenaria U.S. Steel está a punto de ser vendida al grupo japonés Nippon Steel. A pesar de que esta transacción aún espera su autorización definitiva, Trump la presentó como una «alianza», asegurando a los empleados que «vuestra empresa seguirá siendo estadounidense». Aunque cargos republicanos han sugerido que se establecerá una «acción de oro» para mantener el control estadounidense, los detalles de esta medida y los poderes que concederá aún no han trascendido. Durante su campaña electoral, Trump había prometido que no permitiría la venta de la compañía a Nippon Steel.

«Hoy estamos aquí para celebrar un acuerdo trascendental que garantizará que esta histórica empresa estadounidense siga siendo estadounidense», dijo Trump a los trabajadores, quienes se volcaron en su apoyo. El presidente afirmó que estos nuevos impuestos del 50% sobre el acero importado «asegurarán aún más la industria siderúrgica en Estados Unidos». Explicó que mientras un 25% de aranceles podía ser «sorteado», un 50% ya no permitirá que «nadie pueda robarles su industria», en una clara alusión al regalo de bienvenida que esta subida arancelaria supone para Nippon Steel.

La medida representa una drástica intensificación de la política arancelaria que Trump ya implementó en marzo, cuando impuso aranceles del 25% al acero y aluminio importados. Desde que asumió la presidencia, el precio de los productos siderúrgicos ya había aumentado aproximadamente un 16%, según el índice de precios al productor del Gobierno. Una duplicación de estos aranceles, como la anunciada, elevará previsiblemente aún más los precios, con el riesgo de perjudicar gravemente a sectores consumidores de acero, como la construcción. Si bien estas medidas pueden beneficiar a industrias menos competitivas, su impacto general tiende a lastrar la productividad y el crecimiento económico.

La visita de Trump a la planta Mon Valley Works–Irvin estuvo marcada por un fuerte simbolismo. El presidente recorrió las instalaciones sin el preceptivo casco de protección y se subió al escenario acompañado de algunos trabajadores, mientras grandes bobinas de acero formaban parte de la escenografía. Carteles con lemas como «La Edad de Oro», «Acero estadounidense» y «Empleos estadounidenses» adornaban el lugar, reflejando el mensaje que Trump busca proyectar sobre el auge económico que, según él, generarán sus políticas proteccionistas.