Desde este jueves, la cuenta personal de Elon Musk en X plantea una encuesta a sus seguidores que puede contestar cualquier usuario de la red social. ¿Es hora de crear un nuevo partido político en Estados Unidos que realmente represente al 80% del centro? Si o No. Cerca de 5,2 millones de perfiles ya han votado. Es toda una declaración ideológica contra la línea de flotación de Donald Trump y el Partido Republicano al que él mismo apoyó en la campaña electoral de las presidenciales con decenas de millones en donaciones para Trump.
La alianza tácita entre dos de las figuras más influyentes y polarizantes de la política y los negocios estadounidenses ha estallado. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el magnate tecnológico conocido hasta ahora como el «Primer Amigo» de la Casa Blanca, protagonizaron este jueves un explosivo divorcio en directo que ha provocado un auténtico terremoto en la derecha estadounidense y, especialmente, en las bases del movimiento MAGA (Make America Great Again). La reacción no se hizo esperar: los principales líderes de esta corriente cerraron filas de inmediato en torno al presidente.
La manifestación de apoyo a Trump fue encabezada por el ideólogo nacionalpopulista Steve Bannon, quien ya había tenido encontronazos previos con el hombre más rico del mundo, llegando incluso a sugerir su deportación de Estados Unidos. La bronca personal entre Trump y Musk, que no dejaron ningún trapo sucio por sacar en la plaza pública de las redes sociales, llega apenas seis días después de que el presidente despidiera al magnate con un acto elogiador en el Despacho Oval. En aquella ocasión, Trump le entregó literalmente las llaves de la Casa Blanca, un lugar donde el multimillonario de origen sudafricano pernoctó en más de una ocasión. Esta demostración pública de afecto se produjo cuando se cumplían 130 días de la toma de posesión del presidente, el límite legal para los empleados gubernamentales especiales, categoría en la que la Casa Blanca situó a Musk cuando este asumió el liderazgo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una entidad destinada a recortar el gasto público.
Esa dedicación de Musk, que supuso el desmantelamiento de varias agencias federales y el despido de decenas de miles de funcionarios, lo había convertido en un villano para los demócratas y en un héroe para el movimiento MAGA. Sin embargo, esa «luna de miel» terminó abruptamente este jueves, mientras el magnate veía cómo su fortuna se reducía en decenas de miles de millones de dólares con cada nuevo insulto y se exponía a posibles represalias de un inquilino de la Casa Blanca conocido por su rencor.
Ataques personales y conspiraciones
La semana pasada, cuando el empresario anunció su adiós definitivo a Washington, ya había hecho público su desacuerdo con la «gran y hermosa ley» fiscal que los republicanos, bajo la presión de Trump, están tratando de sacar adelante en el Congreso, considerándola una parte esencial de su agenda. Musk ha ido elevando el tono de su disgusto con la norma, hasta calificarla este martes en X (su red social) como «una abominación repugnante» y «repleta de gastos superfluos».
Fue la pregunta de un reportero sobre esas críticas, lanzada durante una comparecencia conjunta con el canciller alemán, Friedrich Merz, la que encendió la mecha de las hostilidades este jueves. El presidente Trump se declaró «muy disgustado y sorprendido» por los comentarios de Musk, atribuyéndolos a que Tesla, su negocio de coches eléctricos, salía perjudicado en la última redacción de la ley, que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, podría aumentar el déficit en 2,4 billones de dólares.
A partir de ese momento, se desató una escalada verbal y de testosterona. Musk acusó a Trump de decir «mentiras», a lo que el presidente respondió con amenazas de cortar «todos los contratos gubernamentales a Elon». El magnate contratacó con un mensaje en el que presumía de haber sido clave en la victoria electoral del republicano: «Sin mí, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51-49 en el Senado [en lugar de la actual composición, 53-47] ¡Cuánta ingratitud!».
La tensión alcanzó su punto álgido cuando el presidente afirmó que Musk había renunciado porque él se lo pidió, y que la idea de ponerlo al frente de DOGE estaba «agotándose». Fue entonces cuando el empresario, que había estado todo el día en X arremetiendo contra la «gran y hermosa ley», lanzó lo que él mismo definió como «la bomba más gorda»: «@realDonaldTrump figura en la lista Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se ha hecho pública». Con esa afirmación, Musk pinchó en hueso dentro del movimiento MAGA. La «lista Epstein» hace referencia a la nómina de nombres apuntados en una libreta negra por el millonario Jeffrey Epstein, quien murió en una celda de Nueva York por aparente suicidio mientras esperaba su juicio por tráfico sexual de menores, delitos que presuntamente salpicaban a hombres muy poderosos. La extrema derecha conspirativa estadounidense ha fabricado una gran cantidad de bulos en torno a esa lista y a la razón por la que las autoridades se niegan a hacerla pública. Verla empleada contra su propio líder fue un giro de guion inesperado, a pesar de que existen fotos y videos de Trump con Epstein de la época en la que ambos se relacionaban.
La ruptura entre estas dos figuras prominentes, seguida de una guerra de acusaciones personales y la irrupción de teorías conspirativas, marca un punto de inflexión en la dinámica de poder y las alianzas dentro del panorama conservador estadounidense