El concejal de Compromís per València, Pere Fuset, ha lamentado que después de dos años de gobierno de PP y VOX el Monestir de Sant Vicent de la Roqueta continúe cerrado, «a pesar de la evidente falta de infraestructuras culturales en el barrio«.
El concejal valencianista recuerda que el espacio fue rehabilitado por el gobierno progresista tras encontrarlo en un estado de ruina en 2015 y que en el mismo se preveía combinar los usos culturales con un centro de peregrinación vicentina.
El monasterio es Bien de Relevancia Local y Monumento Histórico Artístico Nacional y sigue sin uso después que PP y VOX paralizara el proyecto del gobierno progresista en 2024. A partir de entonces, no hay ninguna novedad al respecto.
Fuset considera que «lo que pasa con la Roqueta ejemplifica el desprecio por la cultura del gobierno de Catalá, y la parálisis general que vive València desde su llegada».
El edil registrará una pregunta al gobierno de Maria José Catalá para que explique «la inacción del gobierno local con un edificio que ya deberían estar disfrutando los vecinos, y el mundo vicentino« y para que aclare «que piensa hacer con el mismo si es que realmente piensa hacer algo«.
Compromís considera que además del espacio vicentino pactado en su día con las entidades que recuerdan al mártir, el edificio debe de acoger mayoritariamente usos sociales y culturales, orientados a prestar servicios a la ciudadanía y muy especialmente al barrio.
Fuset denuncia que «su abandono ejemplifica uno más de los incumplimientos de una alcaldesa que deshace más de lo que hace, y más obsesionada por borrar la huella del gobierno progresista que por llevar las riendas de la ciudad».
Situado en la Calle Sant Vicent Mártir, junto a la antigua Vía Augusta, el Monasterio de San Vicente de la Roqueta puede ser considerado la cuna del cristianismo en Valencia ya que de acuerdo con la tradición, en este lugar fue martirizado el diácono a principios del S. IV y fue una de las pocas iglesias que siguió abierta al culto durante el periodo islámico.
Convirtiéndose en la catedral de la comunidad mozárabe en València.. Jaume I ordenó construir en este lugar un templo, un monasterio y un hospital. Durante el S. XVIII sufrió grandes transformaciones y las guerras carlistas del S. XIX derribaron la torre, parte de la iglesia y el convento. Durante franquismo pasó a manos de la orden de los agustinos, que vendieron el edificio a una empresa privada para construir viviendas hasta que, antes de que esto ocurriera, pasó a ser propiedad del Arzobispado. En 1986 fue comprado por el Ayuntamiento de València en 1986 para evitar su demolición.



