Luz verde a la rebaja de aranceles: la UE cumple su parte del pacto comercial con Estados Unidos

El acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos avanza en medio de una palpable tensión. Justo cuando el presidente Donald Trump ha vuelto a amenazar con nuevos aranceles por la legislación digital europea, Bruselas ha decidido seguir adelante con su parte del pacto. La Comisión Europea ha iniciado el proceso para retirar gran parte de los aranceles sobre productos industriales estadounidenses, una medida que Washington había exigido como garantía para sellar el acuerdo. Esta acción legislativa es clave, ya que Washington había condicionado la rebaja de aranceles para los automóviles a que la UE formalizara esta legislación, lo que demuestra un claro tira y afloja en esta relación comercial.

La jugada de la Comisión busca, principalmente, asegurar que los vehículos europeos sean incluidos de manera retroactiva en el límite arancelario del 15% acordado para otros productos, en lugar del 27,5% que aún enfrentan. Según Bruselas, este cambio permitiría a los productores de automóviles ahorrar más de 500 millones de euros en derechos de aduana en un solo mes, un beneficio crucial para una industria que exportó 750.000 vehículos a Estados Unidos el año pasado. El comisario de Comercio, Maros Sefcovic, ha insistido en que esta medida ayudará a la industria automotriz a seguir siendo competitiva a nivel global.

Además de los automóviles, el acuerdo contempla la eliminación de aranceles sobre otros productos industriales y otorga acceso preferente al mercado europeo para una serie de productos agrícolas, ganaderos y pesqueros no sensibles de EE. UU., como el cerdo, el bisonte y ciertos tipos de marisco. Sin embargo, Bruselas se ha defendido de las críticas que sugieren una «sumisión» a las exigencias estadounidenses, subrayando que la propuesta no incluye productos agrícolas sensibles como la carne de vacuno o las aves de corral. La Comisión defiende el pacto como una forma de brindar estabilidad y previsibilidad a las empresas europeas frente a futuros vaivenes arancelarios.

A pesar de los avances, el camino no está exento de obstáculos. La propuesta ahora debe ser aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo (los Estados miembros), un proceso que no será rápido. De hecho, el presidente de la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento, Bernd Lange, ya ha expresado sus dudas sobre el respaldo al acuerdo. Lange ha advertido sobre las asimetrías del pacto y ha cuestionado por qué los productos de acero y aluminio de la UE están sujetos a aranceles del 50% en EE. UU., mientras que los productos estadounidenses en la UE no tienen ningún arancel.

La situación se vuelve aún más compleja con la amenaza de Trump de imponer aranceles «sustanciales» a los países que mantengan legislaciones digitales que él considera «discriminatorias» para las grandes empresas tecnológicas de EE. UU. Esto pone en entredicho uno de los principales argumentos de Bruselas, que había defendido el acuerdo precisamente por no tocar la legislación digital europea, la cual ha sido una fuente de fricción constante con Washington, especialmente con las leyes como la DSA y la DMA. El pacto, calificado por la presidenta Ursula Von der Leyen como «fuerte, si bien no perfecto», parece estar lejos de garantizar la estabilidad que prometía.

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