El MuVIM abre sus puertas a la cámara de las maravillas de Sime Llicer. Hasta el próximo 7 de diciembre, la Sala Alta del museo de la Diputació de València expondrá una selección de piezas del artista valenciano, que se inspira en las Wunderkammer, lugares que «fueron un precedente de los museos, ya que en estos espacios se compartían descubrimientos, los objetos que se iban viendo en otras partes del mundo», apunta el artista. Para Llicer, si trasladamos esto a la actualidad, «hay un elemento irónico, porque en este mundo parece que hayamos visto ya todo, por eso se trata de rehacer esos recorridos con una nueva mirada a través de dicotomías como alto-bajo, vida-muerte o grande-pequeño».
Dos esculturas a tamaño real de una jirafa y un cocodrilo, una instalación con más de medio centenar de caracoles, serpientes que reptan por el suelo, cuadros con insectos, rompecabezas reflectantes de acero inoxidable o telares dispuestos como una lluvia simbólica dan forma a la heterogénea propuesta con ecosistema propio del joven artista multidisciplinar.
Bajo el nombre de ‘Talěa’, palabra italiana procedente del léxico agrícola que significa ‘injerto’, Llicer, con la colaboración de Chiara Vasalle, ha creado este proyecto expositivo de contrastes. El artista propone con la muestra un viaje lúdico a través de injertos iconográficos que hacen hincapié en la manera tan epidérmica y racional de relacionarnos habitualmente con nuestro entorno. «Yo enmarcaría el concepto en el lenguaje agrícola, haciendo un símil con una persona que coge una verdura, la limpia y la trae a esta especie de mercado central donde los propios visitantes las pueden coger en el sentido metafórico y convertir y transformar en una receta propia», señala el artista.
Lenguaje visual y poético
Para el diputado de Cultura, Paco Teruel, el MuVIM «vuelve a tomar la iniciativa con un planteamiento artístico curioso y sorprendente, que juega con un lenguaje visual y poético que llamará la atención de los más pequeños y nos obligará a los adultos, de una manera u otra, a descubrir aquello que nos inspira».
Todos estos objetos que cohabitan dos espacios -el vestíbulo del museo y la Sala Alta- con la intención de generar nuevas narrativas, «invitan al visitante a descubrir un mundo fascinante mediante una experiencia visual y conceptual», ha apuntado Teruel durante la presentación de la muestra, acto que ha contado también con la participación del director del museo, Rafael Company; el jefe de Exposiciones, Amador Griñó; y el comisario de la exposición, Salvador Ortells.
El propio Ortells subraya el «universo particular de Sime Llicer, que define su visión de la relación que tienen los seres humanos con su entorno; y que se muestra a través de diferentes técnicas como el grabado, esculturas con materiales como la madera o el metal; así como otros materiales ecológicos y sostenibles como pueden ser los fieltros, por ejemplo». Para el comisario de la muestra, el conjunto «permite crear un mundo que se asemeja mucho al de las cámaras de maravillas, lugares donde tú entrabas y te dejabas rodear, fascinar y seducir por una serie de objetos maravillosos».
Un recorrido simbólico
La exposición presenta un recorrido simbólico que empieza con esculturas figurativas de grandes dimensiones, como una jirafa y un cocodrilo de peluche, que expresan la insignificancia humana y la banalización del exotismo. A continuación, una instalación repleta de caracoles invita a reflexionar sobre el paso del tiempo. Otros elementos, como una jirafa que observa su esqueleto o peces fosilizados en vidrio evocan la dualidad entre presencia y ausencia, y la fluidez del presente.
Otros motivos como serpientes, gusanos, y flores antiguas remiten a antiguos mitos y al ciclo vital. Una esfera transportada por un escarabajo pelotero simboliza el esfuerzo repetitivo y una serie de pinturas, cartones y rompecabezas reflejantes integran al espectador en la obra. El recorrido concluye con una serie de telares que evocan la memoria, el progreso y la transformación. La muestra, que propone un camino abierto a la interpretación personal, se completa con un catálogo editado por la Institució Alfons el Magnànim, editorial de la Diputació de València.
El artista
Sime Llicer Ferri (Sueca, 1996) es un joven artista multidisciplinar formado principalmente en Italia, en la Accademia di Belle Arti di Carrara, donde se especializó en el grabado y en el tratamiento del mármol. En los últimos años ha participado en proyectos institucionales que combinan arte y educación, y también ha realizado incursiones en otras disciplinas artísticas como la videocreación y la ilustración de libros, a menudo en colaboración con Salvador Ortells, que comisaria esta exposición.



