Replantear el territorio (tras la dana)

Hace unos días tuve la oportunidad de ver un gran trabajo de recreación visual de nuestro territorio, realizado por el Institut Cartogràfic Valencià, cuya primera fase comprende la provincia de Valencia por las razones obvias de la catástrofe de la dana. Además, este proyecto tendrá continuidad en los próximos años con una cartografía de las provincias de Castellón y Alicante y que bajo el nombre de «Gemelo Digital» está impulsado por la Generalitat Valenciana, lo cual es también lógico tras el desastre. Es cierto que en el 29 de octubre de 2024 fallaron muchas, muchísimas cosas por parte de todas las administraciones. Sin embargo, también es relevante que tras los muchos testimonios judiciales, informes técnicos, etc. Y con el paso del tiempo se haya llegado a la conclusión de que era imposible parar un tsunami como el que azotó la provincia de Valencia con una magnitud jamás vista. Eso no exime como es obvio, a todos aquellos que tenían responsabilidades en aquel fatal desenlace a que rindan cuentas con la Justicia tras el dictamen de los tribunales.

Pero volviendo al punto de partida de este artículo, resulta obvio que no pensamos entonces y tampoco ahora entre cruces de acusaciones por el desastre, que al final no actuamos sobre la base del problema que es tener que replantearnos una buena parte del territorio valenciano que nos acoge desde hace milenios. Es decir, el agua en el 29 de octubre volvió a su caudal, como es algo constatado en nuestro planeta con toda su furia como si ha pasado y pasa en muchas zonas de la Tierra. Por tanto, no es una novedad que cauces históricamente secos sufran crecidas descomunales a raíz de diluvios repentinos por sus cauces naturales.

Sin embargo, lo que ya sabemos desde siglos, por ejemplo las crecidas del Poyo, no las tuvieron en cuenta por ejemplo, desde la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). A partir de aquí y ante el desastre que llegaba montaña arriba nadie vio el caos que llegaba con enorme fuerza desde aguas arriba. Pues bien, centrándonos en este punto, ese es precisamente el objetivo del Gemelo Digital. Una recreación visual realizada a escala real con vuelos continuos de aviones para cartografiar el terreno en una escala que permitirá a los técnicos gracias a la IA, poder «adivinar» las crecidas súbitas de ríos, barrancos y afluentes, toda vez que se aplicará una simulación virtual, si en este caso, lo que permitirá adelantarse a una hipotética crecida en cualquier rincón de la Comunitat Valenciana.

Al tiempo que también abre el debate sobre el territorio que ocupamos desde hace milenios y cuya base importante estaba compuesto en sus orígenes por humedales. Es decir, buena parte de nuestro territorio era agua o espacio pantanoso con cauces que posiblemente y millones de años atrás llevarían grandes cantidades de agua. Sin embargo, con el paso del tiempo, las riberas de los ríos, parte de los humedales, de los que hoy en día nos queda L’Albufera y algunas salinas han pasado a convertirse en terrenos que albergan viviendas y un porcentaje importante de aquel urbanismo descontrolado que en los 60 y 70 le «ganó» de manera natural o artificial muchas hectáreas de espacio al agua.

Pero eso ya es agua pasada, nunca mejor dicho, y ahora en el siglo XXI y tras el desastre de la dana debemos plantearnos qué hacer con nuestro territorio, cómo liberarlo a nivel urbanístico, cómo proteger os frente a las futuras danas, y al tiempo conservar ese gran patrimonio generado durante siglos en las riberas de los ríos, barrancos y el mar que nos permitan conservar nuestra esencia mediterránea. Así que es tiempo de pensar y replantearnos muchas cosas, pero mas con prisas que con pausa, porque el agua como siempre nos demuestra, jamás nos espera cuando descarga con furia