En un movimiento que ha aliviado las tensiones económicas entre las dos superpotencias mundiales, China y Estados Unidos anunciaron este lunes una tregua de 90 días en su prolongada guerra comercial. El acuerdo se selló tras un encuentro de alto nivel celebrado durante el fin de semana en Ginebra (Suiza), donde representantes de Washington y Pekín acordaron una reducción sustancial de los aranceles mutuos que se habían impuesto desde que el 2 de abril de 2025, la administración Trump iniciara la confrontación tarifaria.
Según la declaración conjunta firmada por ambas partes, Estados Unidos disminuirá los aranceles sobre los productos chinos de un drástico 145% hasta un 30%. Por su parte, China aplicará una reducción similar a las importaciones de productos estadounidenses, pasando de un gravamen del 125% a tan solo un 10%.
Poco después de la publicación del acuerdo, el presidente Trump compareció en la Casa Blanca para aclarar que los aranceles del 25% sobre los automóviles, el aluminio y el acero se mantendrán vigentes. Además, señaló que Washington se reserva la posibilidad de imponer nuevos gravámenes a la industria farmacéutica con el objetivo de incentivar el retorno de este sector a territorio estadounidense.
A pesar de la confrontación comercial previa, el presidente Trump adoptó un tono conciliador, afirmando que «la relación entre ambos países es muy amistosa y no queremos hacer daño a China». Anunció su intención de mantener una conversación con su homólogo chino, Xi Jinping, «seguramente a finales de esta semana», y expresó su optimismo sobre la apertura del mercado chino, que calificó como «maravilloso para ellos y para nosotros, también para la paz».
El texto conjunto del acuerdo subraya el reconocimiento por parte de ambos países de «la importancia de las relaciones económicas y comerciales bilaterales para ambos países y para la economía mundial». Asimismo, se incluye un llamamiento a la continuidad de las consultas y el compromiso de establecer un mecanismo de seguimiento del diálogo económico y comercial.
Segunda moratoria
En la práctica, la rebaja arancelaria implica que Estados Unidos aplicará a China una moratoria parcial similar a la aprobada el 9 de abril para el resto de países. Aquella decisión, que suspendió temporalmente los aranceles «recíprocos» durante 90 días, se produjo tras la intensa presión de los mercados y las críticas internas y externas a las agresivas políticas económicas de Trump. China, sin embargo, había quedado excluida de esa tregua inicial debido a sus represalias, lo que había desencadenado una escalada de gravámenes mutuos de gran magnitud.
Con este nuevo acuerdo, el gravamen total a las importaciones chinas se situará en un 30%, resultado de la reducción del arancel principal al 10% (en línea con el resto de países) sumado al 20% de los aranceles previamente impuestos por Estados Unidos por la supuesta vinculación de China con el tráfico ilícito de fentanilo.
Aunque el acuerdo no cumple por completo la exigencia china de retirar todos los aranceles antes de iniciar un diálogo en igualdad de condiciones, la parte china valoró positivamente el encuentro en Ginebra. El viceprimer ministro He Lifeng, jefe de la delegación china y considerado el «zar» económico y comercial del país, calificó las conversaciones como «sinceras, profundas y constructivas». Afirmó que las dos jornadas de reuniones a puerta cerrada representaron «un paso importante hacia la solución de las diferencias mediante el diálogo y la consulta en igualdad de condiciones».
Por su parte, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien formó parte del equipo negociador de Trump en Suiza, destacó que ambos países «representaron muy bien sus intereses nacionales» durante el encuentro. «Hemos concluido juntos que ambos tenemos interés en un comercio equilibrado, Estados Unidos seguirá avanzando en esa dirección», señaló en una conferencia de prensa en Ginebra, añadiendo que «el consenso es que a ninguna de las dos delegaciones le interesa una ruptura».