La reciente caída por corrupción de Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, ha desatado una de las crisis más severas para el gobierno de Pedro Sánchez. Implicado directamente en su nombramiento, Sánchez se enfrenta a un escrutinio sin precedentes, mientras el escándalo por el cobro de comisiones ilegales a cambio de adjudicaciones de obra pública sacude los cimientos del partido socialista.
Inicialmente, el presidente intentó contener el impacto tras conocerse el informe de la UCO que vincula a Cerdán y a su predecesor, José Luis Ábalos, en la trama. «Esto no está afectando al Gobierno», afirmó Sánchez el pasado jueves, en una comparecencia marcada por la gravedad y la petición de «perdón» sin detallar su propia responsabilidad. Sin embargo, la estruendosa salida de Cerdán, una figura clave en el PSOE, fue solo el inicio de una tormenta que amenaza con desbordarse.
Los colaboradores del presidente, quien el sábado se retiró a la finca toledana de Quintos de Mora para mantener contacto con su núcleo duro, ya no descartan ninguna medida drástica. La baraja de opciones sobre la mesa es amplia y va desde una profunda crisis de Gobierno con cambios ministeriales, sumándose a la ya anunciada «reestructuración» de la Ejecutiva socialista, hasta la posibilidad de una cuestión de confianza en el Congreso para revalidar el apoyo de sus socios.
La opción de un adelanto de las elecciones generales, dando por terminada la actual legislatura, cobra cada vez más fuerza entre los dirigentes y líderes territoriales socialistas. Incluso se ha llegado a contemplar la celebración de un congreso extraordinario para relevar a Sánchez como líder del PSOE, apenas medio año después del celebrado en Sevilla.
«Estamos en un necesario modo ‘partido a partido’. Todo en su momento», señalan fuentes de La Moncloa. El «problema», explica un colaborador cercano al presidente, es la incertidumbre sobre la verdadera extensión de este escándalo. «Vamos a ciegas», reconocía una ministra cercana a Sánchez antes de que trascendiera la investigación de la Guardia Civil. Esta sensación, aunque algo menos acentuada, persiste, y todos los consultados coinciden en que saldrán «muchas más cosas».
Principal temor
El principal temor radica en la aparición de indicios de financiación irregular del PSOE —una posibilidad que ha llevado al presidente a anunciar una auditoría de las cuentas— o, en el peor escenario, que Sánchez aparezca directamente implicado, algo que su entorno descarta por completo. Se da por seguro que la investigación judicial aireará más audios tan comprometedores como los ya conocidos entre Cerdán, Ábalos y Koldo García, mano derecha del exministro. «Lo que nos queda por ver», anticipa un miembro del Gobierno. De hecho, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, ya se encuentra en una situación delicada tras reconocer que se reunió con Víctor de Aldama, presunto cabecilla de la trama, después de haberlo negado inicialmente.
«No hay ninguna salida buena», reconocen varios dirigentes socialistas. Todas las opciones conllevan riesgos y desventajas. Una crisis de Gobierno se percibiría como un «parche» ante la magnitud del escándalo. Un congreso extraordinario encontraría al PSOE sin un relevo claro para Sánchez. El anticipo de las generales, aunque defendido por algunas voces para que no «contaminen» las autonómicas y municipales de mayo de 2027, solo serviría en estos momentos para «regalarle el Gobierno a la derecha», argumenta un ministro.
La cuestión de confianza, impulsada por varios miembros del núcleo duro de Sánchez para «corresponsabilizar» a los socios parlamentarios, también podría provocar que estos grupos aprovechen la coyuntura para hacer «peticiones estratosféricas», ya que empiezan a «oler la sangre» y «elevarán el precio de su apoyo», tal como podría ocurrir con los Presupuestos del próximo año, que varios ministros señalan estos días que cobran más importancia que nunca.
Los colaboradores de Sánchez ya han comenzado a contactar con sus aliados parlamentarios. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, los llamó este domingo. En La Moncloa aseguran no ver a ninguno por la labor de dar esta legislatura por terminada. Mucho menos apoyar una moción de censura liderada por Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, y secundada por Vox. «Lo único bueno es que, a diferencia de cuando la moción de censura a Rajoy, no hay una mayoría alternativa en el Congreso», dice un diputado de peso.
Sánchez, por el momento, acudirá a la Cámara baja el miércoles para someterse a la sesión de control, donde responderá a preguntas de Feijóo, Santiago Abascal (Vox) y Gabriel Rufián (ERC). Este lunes se espera que Cerdán cumpla su palabra y entregue el acta de diputado. La dirección del PSOE también confía en que presente su baja voluntaria del partido, evitando así tener que abrirle expediente y suspenderlo de militancia. Sin embargo, en un escenario donde todo está abierto, las certezas son escasas y el futuro político de España pende de un hilo.



