domingo, 14 de diciembre de 2025

La tumba del Apóstol Santiago el Mayor en Compostela. Mito o realidad? Parte II

En el artículo anterior nos hacíamos varias preguntas sobre los protagonistas de esta historia, ahora en este artículo vamos a profundizar  en los actores secundarios, y dejaremos al actor principal el Apóstol Santiago para nuestro próximo y último artículo.

  • El actor principal es el Apóstol Santiago el Mayor. ¿Realmente predicó en España? 

¿Realmente en la tumba encontrada reposan sus huesos?

  • El primer actor secundario es el eremita Pelayo o Pelagius. ¿Realmente existió? ¿Encontró la tumba del Apóstol?
  • El segundo actor secundario es el Obispo Teodomiro.  ¿Realmente existió?
  • El tercer actor secundario es el Rey de Asturias Alfonso II el Casto, y sobre el que no existen dudas de su existencia.

El 19 de julio del año 711 se produjo la batalla de Guadalete, donde las huestes visigodas, dirigidas por el Rey Don Rodrigo, fueron derrotadas por las tropas musulmanas al mando de Tariq ben Ziyad, y este momento histórico dio paso a casi ocho siglos de dominación musulmana de la Península Ibérica.

Si creemos en la Traslatio (Crónica del traslado de los restos del Apóstol Santiago desde Judea hasta Compostela en el año 44 D.C.), el culto en el sepulcro se iniciaría en el siglo I o II d.C., y con motivo de la invasión islámica, que provocó la destrucción y profanación de templos y reliquias cristianas, muchas fueron trasladas y escondidas como debió ocurrir con la tumba del Apóstol.

El culto al sepulcro viene corroborado por la aparición, en agosto de 1946, de unos enterramientos cristianos, datados del siglo IV al VII, y encontrados durante el derribo del coro de la Catedral ubicado en la nave central del brazo mayor de la catedral. 

Cuando se descubrió la tumba, apenas un siglo después de su ocultación, según el relato de la Inventio (Crónica del descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago) se dice que el sepulcro estaba oculto pero que no había sido trasladado de sitio ni enterrado por lo que su ubicación seguía siendo la original en el monte Libredon (Liberum Donum= Zona libre), cerca del lugar conocido como Solobio (sub lobium= bajo o al pie del bosque) donde habitaba el eremita Paio, Pelagius, Pelaio o Pelayo, donde hoy se encuentra ubicada la Iglesia románica de San Félix de Solobio (siglo XII) a menos de 1 km. de la actual Catedral.

EREMITA PELAGIUS O PELAYO

A partir del siglo II d.C., y sobre todo en el III d.C., se fueron multiplicando los eremitas que vivían lejos del mundo  para hacer penitencia y consagrarse a Dios, uno de los más conocidos fue San Antonio que se retiró al desierto en el año 271 y murió el mismo en el año 356, siendo el ejemplo más eminente de la práctica de la anacoresis, es decir habitar solo siguiendo la ascesis (comer, dormir, hablar poco y estar de pie mínimamente) y mantener el recogimiento.

Unos se retiraron al desierto, otros se refugiaron bajo un abrigo natural, sea en cuevas o bosques, y otros se retiraron a ciertas zonas altas. Estos eremitas subsistirán en el tiempo, y a partir del año 306 crearan eremitorios, denominados monasteria, que serán el origen de numerosos monasterios construidos sobre las ondulaciones y flancos de las montañas, y colinas o en salientes.

El eremitismo en España tiene sus raíces en los movimientos ascéticos que comenzaron a arraigar en la Península Ibérica a finales del siglo IV. Estos movimientos surgieron como una reacción frente a una jerarquía eclesiástica cada vez más mundanizada, y buscaban vivir la doctrina cristiana en su forma más radical, lo cual generó tensiones dentro de la Iglesia, como las vividas por Prisciliano y sus seguidores.

Durante el siglo VII, el eremitismo comenzó a decaer, relegado por el auge del cenobitismo y la vida monacal comunitaria, promovida por figuras como San Isidoro y San Fructuoso, y las prácticas ascéticas más rigurosas fueron desplazadas por la oposición episcopal y la falta de reglamentación para la vida solitaria.

Los Concilios de Toledo IV y VII, celebrados en el siglo VII, se ocuparon de la cuestión de los eremitas, recomendando que estos estuvieran bajo la autoridad de un abad, pero a  pesar de todo este movimiento eremítico se prolongó en el tiempo, en las zonas más remotas como Galicia, más allá del siglo X.

En el siglo X existía en Galicia un número de eremitas, siendo varios los intentos de agruparlos en monasterios y someterlos a la disciplina eclesiástica, como el de San Rosendo que fundó varios monasterios antes del suyo propio en Villare.

Los eremitas, incluidos los gallegos, poco formados en la ortodoxia eclesiástica buscaban la conexión con Dios, a través de la oración y la mortificación, en lugares especialmente propicios de la naturaleza, y no es de extrañar por ello que escogieran lugares que habían sido antiguos santuarios paganos, como veremos es el caso que nos ocupa.

Por lo tanto la existencia del eremita Pelagius o Pelayo en el siglo IX es totalmente plausible, según la cronología descrita, y que habitará en las proximidades del monte Sobredon es verisímil dado que era un lugar propicio según lo acreditan los descubrimientos realizados en los años 40 del siglo pasado.

En el espacio que hoy ocupan la catedral y la Plaza de la Quintana, aparecieron en las excavaciones realizadas en los años 40 del siglo pasado, además de lo indicado con anterioridad, un pozo y restos de muros romanos, restos de cerámica del tipo terra sigillata y cerámica de paredes finas de Melgar de Tera (Zamora). 

También aparecieron productos de cerámica tradicional castreña del siglo I. d. C. y de moldes castreños para la fundición del bronce, y en la cimentación del pilar del brazo sur del crucero de la catedral apareció un ara dedicada a Júpiter (divinidad oficial romana). Se dan, por ello, todas las circunstancias precisas para la existencia del eremita y su presencia en las proximidades del lugar del enterramiento del Apóstol Santiago.

TEODOMIRO OBISPO DE IRIA FALVIA

Iría fue una ciudad galaica, capital del país de los caporos, situada en la vía romana de Bracara Augusta a Asturica Augusta por la costa, y que bajo el gobierno de Vespasiano del año 74, se transformó en municipium, en el año 74 d.C., y tomó el nombre de Iría Flavia.

En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la Iglesia católica, sufragánea de la archidiócesis de Braga que comprendía la antigua provincia romana de Gallaecia, y durante la ocupación árabe se siguió manteniendo la sede en Iría Flavia.

A partir de mediados del siglo IX, después del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, los obispos trasladan su sede a la citada ciudad que poco a poco va ganando más peso hasta que en el año 1095 el papa Urbano II , con Dalmacio como obispo de Iría Flavia, decretó extinta la sede de Iría Flavia y trasladó la sede episcopal a Santiago de Compostela , y en ese mismo año dejó de ser sufragánea de la archidiócesis de Braga.

El primer obispo de Iría Flavia, documentado, es Andrés cuyo inicio de episcopado se sitúa entorno al año 550, y que participó en los Concilios I y II de Braga celebrados en los años 561 y 572, y a lo largo de los siglos se fueron sucediendo los obispos de Iría Flavia hasta llegar a Quendulfo, que ejerció su episcopado durante los dos primeros decenios del siglo IX (en el Tumbo A de Sobrado aparece un documento del 1 de septiembre del año 818 con su firma), y a quien sucedió Teodomiro.

La existencia del obispo Teodomiro fue cuestionada durante mucho tiempo, hasta que durante las excavaciones llevadas a cabo en la Catedral de Compostela, en el periodo 1946-1959, se localizó la lápida sepulcral de Teodomiro, en la que leía una inscripción con su nombre, junto a una cruz de estilo ovetense cincelada en la piedra, y la fecha de muerte el día 20 de octubre del año 847, fecha que coincide con la indicada en el Cronicón Iriense que fechaba su muerte en tiempos del rey Ramiro I, después del año 842 en que sucede a Alfonso II como rey de Asturias.

Por ello la existencia de Teodomiro y que era el Obispo de Iría Flavia en el decenio 820-830, en que se produce el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago está acreditado de forma fidedigna.

ALFONSO II EL CASTO REY DE ASTURIAS

Su reinado se desarrolló en el periodo comprendido entre el año 791 y 842, nació en Oviedo en el año 760, y era hijo de Fruela I y de  Munia, al morir su padre Fruela I quedó a cargo y cuidado de su tía Adosinda y de su esposo Silo, quien fue rey de Asturias entre los años 774 y 783.

Según el privilegio concedido por Ordoño II fue confiado al monasterio gallego de Samos para su educación, a lo largo de toda su niñez, y al morir Silo, sin descendencia, fue elegido rey de Asturias el joven Alfonso II el Casto a instancias de la reina Adosinda, en un intento de elevar al trono a un miembro de su linaje. 

Una parte de la nobleza asturiana, que no había olvidado las acciones de Fruela I, apoyó a Mauregato, hijo natural del monarca Alfonso I el Católico y de una sierva del noroeste gallego, quien encabezó una fuerte oposición hasta obligar a Alfonso II a retirarse a tierras alavesas, tras lo que Mauregato reinó en Asturias durante el periodo comprendido entre los años 783 y 789.

A la muerte de Mauregato fue elegido por los nobles rey Bermudo I el Diacono, hijo de Fruela de Cantabria y hermano del anterior rey Aurelio de Asturias, sobrino de Alfonso I el Católico y nieto del duque Pedro de Cantabria. 

Fue conocido como el Diacono por ser destinado por su padre a la carrera eclesiástica, y  durante su reinado se produjeron incursiones musulmanas en Álava y Galicia, que intentó sofocar pero tras ser derrotado varias veces, la última de ellas la batalla del río Burbia, en El Bierzo, renunció al trono en 791, y al fin se produjo el reinado de Alfonso II el Casto.

Gracias a las victorias sobre los musulmanes, afianzó su presencia en Galicia, León y Castilla, llegando a conquistar y gobernar temporalmente la ciudad de Lisboa, despoblando la meseta norte, en la Ribera del Duero, como franja de seguridad contra los ataques musulmanes, y llevándose a esta población a Galicia, Asturias y Cantabria, dándoles allí tierras. 

La Crónica Sebastianense indica que murió en 842 tras haber llevado durante 51 años el gobierno del reino de Asturias de forma casta, sobria, inmaculada y piadosa, y aunque no se le conoció relación con mujeres, algunos estudiosos sostienen que estuvo casado por poderes con la hermana de Carlomagno rey de los francos, lo cual cuesta creer ya que Alfonso II el Casto eligió como sucesor a su primo segundo Ramiro I de Asturias sin que se produjera ninguna reivindicación por parte del reino franco.

En el próximo y último capítulo contestaremos a las  preguntas relacionadas con el Apóstol Santiago el Mayor, actor principal de esta historia.

 ¿Realmente predicó en España? 

¿Realmente en la tumba encontrada reposan sus huesos?