Sigue la inestabilidad política al otro lado de los Pirineos. El primer ministro francés, François Bayrou, ha presentado su dimisión, que fue aceptada por el presidente Emmanuel Macron. La decisión busca evitar un vacío de poder en una semana crítica para el país, que afronta protestas en la calle, tensiones políticas y una posible rebaja de su calificación de deuda pública. La noticia ha tenido un efecto inmediato en los mercados, elevando la prima de riesgo de Francia a su nivel más alto de la zona euro.
La salida de Bayrou se produce después de que no lograra superar una moción de confianza en el Parlamento el pasado lunes. Su plan de recortes de 44.000 millones de euros, diseñado para combatir una deuda pública que alcanza el 113% del PIB, no obtuvo el apoyo necesario, ni siquiera el de todos sus aliados conservadores. Un total de 13 diputados del grupo de Los Republicanos votaron en contra, lo que refleja una profunda fractura que complica las futuras alianzas de Macron.
El presidente francés se enfrenta a un complejo puzle político. Tanto Los Republicanos como el Partido Socialista (PS) han expresado su rechazo a formar una coalición, aunque ninguno desea unas nuevas elecciones legislativas. Esto limita las opciones de Macron para nombrar a un sucesor. Algunos medios especulan con que el ministro de Defensa, Sébastiene Lécornu, podría ser el nuevo primer ministro, aunque su nombramiento podría no ser aceptado por los socialistas, cuyo apoyo es clave para sacar adelante los presupuestos.
El desafío de Macron va más allá de la política interna. Este mismo mes, la agencia de calificación Fitch podría rebajar la nota de la deuda de Francia, lo que podría aumentar los intereses que el país paga por financiarse en los mercados. Esta situación se agrava con el clima de protestas que se vive en el país, con movilizaciones convocadas para los próximos días por diversos sindicatos y movimientos sociales.
La inestabilidad política ha provocado un vuelco histórico en los mercados: el bono francés a 10 años cotiza con un diferencial de 82 puntos básicos sobre la deuda alemana, superando incluso a Italia. Esta situación, solo vista brevemente en 1998, subraya la urgencia con la que el presidente debe nombrar un nuevo gobierno que pueda restaurar la confianza y la estabilidad en el país.



