Donald Trump ha reactivado de forma repentina su arsenal arancelario desatando una nueva oleada de barreras a la importación que muchos creían ya dormidas—el anuncio realizado en su red social Truth tomó a todos por sorpresa—los nuevos gravámenes se centran en sectores específicos y entrarán en vigor el 1 de octubre si es que nadie lo detiene.
El arancel más impactante anunciado por el presidente de los Estados Unidos es del 100% para los fármacos que no se produzcan en Estados Unidos—esta tasa es enorme y funciona como una orden directa para las farmacéuticas—la única excepción aplica si la compañía está activamente construyendo una planta en territorio estadounidense—es decir el arancel se esquiva con inversión y producción local—esta medida ya está teniendo efecto ya que empresas como Eli Lilly han anunciado inversiones multimillonarias para nuevas fábricas en Texas y Virginia—los gigantes europeos como Novartis y Roche también han incrementado su producción en suelo americano anticipando esta jugada.
Otros productos también sufren tasas elevadas—los muebles de cocina y los tocadores de baño enfrentan un 50% de impuesto—mientras que los camiones pesados ¡grandes! fabricados en el extranjero reciben un 25% que Trump justifica por motivos de ¡seguridad nacional!—los muebles tapizados también fueron incluidos con un 30% de gravamen.
Esta ofensiva golpea con especial dureza a Irlanda de la Unión Europea ya que sus exportaciones a EE UU dependen mucho de los medicamentos—Suiza también se encuentra en una situación precaria debido a sus grandes farmacéuticas—estos gravámenes sectoriales se suman a la lista de aranceles recíprocos que varían caprichosamente por país—por ejemplo Brasil y la India son los más castigados con un 50% sobre todas sus exportaciones—Trump ha dejado claro que la política comercial agresiva está de vuelta.



