El presidente francés, Emmanuel Macron, ha optado por una maniobra de alto riesgo político en un intento desesperado por evitar la disolución de la Asamblea Nacional. Tras aceptar la dimisión del primer ministro, Sébastien Lecornu, apenas 27 días después de su nombramiento, el Elíseo le ha encargado seguir al frente del Gobierno en funciones, con una misión límite: negociar con las fuerzas políticas una «plataforma de acción y estabilidad» antes del miércoles por la noche.
La acción, calificada como una «precipitada maniobra» por analistas, subraya la profunda fragilidad y el aislamiento del Ejecutivo macronista, que ha visto caer a su tercer primer ministro en menos de un año sin lograr recomponer una mayoría parlamentaria funcional.
Lecornu, que ha durado menos de un mes en el cargo, tiene ahora la tarea de buscar un programa mínimo de gobierno y una hoja de ruta presupuestaria que permita aprobar las cuentas de 2026. Él mismo confirmó en redes sociales haber «aceptado, a petición del presidente de la República, llevar a cabo las conversaciones finales con las fuerzas políticas para la estabilidad del país«.
El plazo es perentorio. Lecornu deberá informar al jefe del Estado el miércoles por la noche «si esto es posible o no, para que pueda sacar todas las conclusiones necesarias». Fuentes cercanas al presidente reconocen que Macron «asumirá su responsabilidad» si las negociaciones fracasan. El Elíseo ha dejado entrever que no excluirá «ninguna vía constitucional», incluyendo la disolución de la Asamblea Nacional, lo que forzaría las segundas elecciones legislativas en poco más de un año.
Conato de rebelión
La decisión de Lecornu de presentar su renuncia se precipitó no solo por el previsible rechazo de la oposición —que no ha manifestado ninguna intención de colaborar con el macronismo— sino también por un pequeño conato de rebelión dentro de sus propias filas.
El ministro de Interior, Bruno Retailleau, criticó públicamente la decisión de Lecornu de nombrar a Bruno Le Maire (un peso pesado del macronismo al frente de la cartera de Economía durante años) como ministro de Defensa. Según Retailleau, la composición del gabinete no representaba la «ruptura con lo anterior» prometida en el discurso de bienvenida de Lecornu.
Pese al encargo de Macron, las posibilidades de éxito de Lecornu son mínimas. Ni la izquierda ni la derecha parecen dispuestas a respaldar un Ejecutivo que implique la continuidad del proyecto macronista. Además, fuentes cercanas al diario Le Figaro sugieren que, incluso en el hipotético e improbable caso de que Lecornu lograra formar un gobierno estable, él no desea permanecer en el cargo como primer ministro.



