Hace exactamente un año, el entonces candidato Donald Trump celebró su victoria presidencial sobre Kamala Harris con una promesa exultante: «Va a ser la época dorada. Vamos a darle la vuelta a todo y lo haremos rápido”. Sin embargo, el primer aniversario de esa victoria—que dio a los republicanos el control total del Congreso y la Casa Blanca— ha quedado profundamente ensombrecido por una contundente victoria demócrata en cuatro elecciones clave celebradas este martes.
El inquilino de la Casa Blanca sufrió un revolcón político innegable que parece haber reanimado a un Partido Demócrata que se creía noqueado desde el triunfo de Trump. Los resultados territoriales marcaron un contraste rotundo con el ambiente festivo que el presidente intentó imponer en su plataforma social, Truth. Los demócratas lograron victorias decisivas en las urnas, capitalizando el creciente descontento ciudadano con el costo de la vida.
- El socialista Zohran Mamdani se impuso con una amplia mayoría en la carrera por la alcaldía de Nueva York, la mayor ciudad del país.
- Abigail Spanberger, oficial de la CIA y excongresista, arrebató el gobierno de Virginia a los republicanos.
- Su antigua compañera de piso y expiloto de helicópteros, Mikie Sherrill, derrotó al candidato republicano para convertirse en gobernadora de Nueva Jersey.
- En California, el gobernador demócrata Gavin Newsom, uno de los críticos más feroces de Trump, logró la aprobación de su proyecto de ley para redefinir el territorio electoral, un movimiento estratégico que podría asegurar cinco escaños adicionales para su partido en las próximas elecciones de mitad de mandato.
Trump se apresuró a desvincularse de la derrota de su partido, culpando a dos factores en su red social: «LA AUSENCIA DE TRUMP EN LA BOLETA ELECTORAL Y EL CIERRE DEL ESTADO FUERON LAS DOS RAZONES POR LAS QUE LOS REPUBLICANOS PERDIERON LAS ELECCIONES ESTA NOCHE, según las encuestas».
Frentes judiciales y bloqueo
Mientras el presidente intenta minimizar el descalabro electoral, otros frentes judiciales y legislativos amenazan su agenda. Este miércoles, el Tribunal Supremo de Estados Unidos celebró una audiencia crucial para estudiar la legalidad de los aranceles generalizados impuestos por Trump.
El mandatario había catalogado el caso como una «cuestión de vida o muerte» para el país, defendiendo su uso de la Ley de Poderes de Emergencia de 1977 (IEEPA) para imponer aranceles. Sin embargo, durante la audiencia, los nueve magistrados de mayoría conservadora expresaron dudas sobre la autoridad del presidente para aplicar la ley de emergencia en estos términos, sugiriendo que tales medidas corresponden al Congreso. Otra incertidumbre que se suma a la celebración de su primer año.
Simultáneamente, la maquinaria gubernamental permanece paralizada por el cierre federal más largo de la historia, con 35 días sin acuerdo presupuestario, el famoso shutdown. Miles de funcionarios siguen sin recibir sus pagas y millones de ciudadanos ven amenazadas sus ayudas esenciales.
Molesto por la incapacidad de los republicanos del Senado para superar este bloqueo, el presidente ha arremetido contra el filibusterismo parlamentario (la regla que exige 60 votos para aprobar ciertas normas) y ha ordenado a los líderes de su partido que apoyen su abolición inmediata, buscando así imponer su agenda por mayoría simple.
Con este panorama judicial y político, el millonario, que hizo su fortuna especulando con edificios en Nueva York, optó por refugiarse en su mansión de Mar-a-Lago, Florida, con la excusa de asistir a un foro empresarial, mientras el descontento y el costo de su gestión crecen en la capital.



