sábado, 22 de noviembre de 2025

Javier Machí, ingeniero: «Necesitamos múltiples actuaciones que formen parte de una solución global para que no ocurra lo del 29-0»

El decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Comunidad Valenciana, Javier Machí, ha destacado la necesidad de aplicar “soluciones conjuntas y no una medida única” para prevenir los efectos de futuras Dana e inundaciones en el territorio valenciano. Machí ha subrayado que los episodios recientes han puesto de manifiesto una combinación de problemas que requieren actuaciones coordinadas y adaptadas a la realidad de cada municipio.

“Hasta ahora no hemos hablado de una solución única, sino de muchas soluciones conjuntas que puedan solventar muchos problemas que nos afectaron a la vez”, ha señalado, insistiendo en la diversidad territorial. Cada localidad, afirma, presenta “problemas determinados y una zona donde se concentró la tormenta porque cada una tiene su particularidad”. Por ello, las propuestas que los técnicos plantean son “un compendio que viene bien para todos, porque la lluvia va a seguir cayendo y necesitamos que nuestros cauces tengan la capacidad necesaria para retenerla y ver por dónde ha salido para reconducirla en caso de que ocurra”.

Machí ha explicado que cuando el caudal supera la capacidad natural o modificada del cauce, es imprescindible actuar aguas arriba para reducir la fuerza del agua: “Lo que no cabe por el cauce hay que derivarlo con retenciones en aguas arriba o laminaciones intermedias de las puntas del caudal para que el agua pierda esa fuerza que gana en altura y mejorar las aguas de desagüe”.

En este sentido, ha recordado que desde 2010 existen estudios sobre posibles derivaciones en La Saleta y El Poyo, actuaciones previstas para mejorar la respuesta del nuevo cauce del Turia ante las avenidas y proteger las zonas más afectadas: “Estaba estudiado en qué condiciones debía hacerse para sacar parte del agua de esas ramblas que tanto afectaron”.

El decano también ha llamado la atención sobre la falta de cultura preventiva entre la ciudadanía y la normalización de las alertas meteorológicas: “Los avisos de alerta naranja son muy recurrentes y la población no tenía la sensación de darle importancia… Además, no teníamos planes de emergencia ni conocimiento de qué hacer en las plantas bajas o en las carreteras”.

Para Machí, la evolución urbanística de las últimas décadas ha incrementado la vulnerabilidad: “Hablamos de una zona que en 70 años ha cambiado considerablemente, siendo llana y propicia para la expansión urbana y económica. El agua necesita vías para discurrir y el urbanismo vertical debería ser una prioridad de estudio ahora, tanto en arquitectura como en infraestructuras”.

El Ministerio, según ha explicado, “está trabajando y reconstruyendo en algunas zonas pensando en el futuro de esos barrancos”, integrando criterios de prevención y adaptación.

Por último, Machí ha puntualizado que no deben denominarse “parques antirriadas” aquellos espacios diseñados para retener agua en situaciones extremas: “Debemos llamarlos parques inundables porque están rodeados de zonas que se desbordan y aquí se puede retener parte del agua con sistemas de aviso punteros”.

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