La desmovilización del electorado se ha convertido en el factor determinante de la noche electoral en Extremadura, dejando una huella profunda en el reparto de poder de la Asamblea. Con una participación que apenas ha alcanzado el 62,64%, la región ha registrado una caída de 7,71 puntos respecto a la cita de 2023, cuando la movilización rozó el 70,35%. Esta desconexión de los ciudadanos con las urnas se explica, en gran medida, por ser la primera vez en la historia de la comunidad que los comicios autonómicos no coinciden con los municipales, lo que ha elevado la abstención hasta el 37,35%.
El tono de la noche lo ha marcado el candidato socialista, Miguel Ángel Gallardo, quien ha comparecido hacia el final del escrutinio con un mensaje de autocrítica contundente al calificar los resultados de su formación como «malos, muy malos». La incapacidad del bloque progresista para movilizar a su base en un domingo sin el arrastre de las elecciones locales ha dejado un escenario de bloques muy polarizado. Mientras el PSOE se hundía en sus sedes, el bloque de la derecha celebraba una victoria que, no obstante, obliga a una convivencia estrecha y obligatoria entre dos formaciones para alcanzar la estabilidad institucional necesaria en la región.
Con el escrutinio cerrado, se abre ahora un periodo de negociaciones incierto donde María Guardiola deberá buscar el apoyo de una ultraderecha notablemente más reforzada que hace dos años. Aunque el escenario aritmético guarda similitudes con el de 2023, la posición de Vox es hoy mucho más sólida gracias a sus 11 escaños, lo que previsiblemente endurecerá sus exigencias para permitir que el PP conserve el poder ejecutivo. Los ultraconservadores han más que doblado su resultado de 2023. Esta interlocución parte además de una base de desconfianza mutua y unas relaciones personales y políticas manifiestamente mejorables, tras los roces vividos en la anterior formación de gobierno, lo que anticipa un pulso tenso por el control de las carteras estratégicas y el programa de la legislatura. Guardiola pierde unos 10.000 votos. El PSOE, 100.000.
Guardiola gana, pero vuelve a depender de Vox
Los datos definitivos con el 99,38% escrutado confirman que el Partido Popular ha logrado 29 escaños —solo uno más que en 2023—, situándose como la fuerza más votada pero a cuatro asientos de la mayoría absoluta, fijada en 33. El gran beneficiado de la jornada ha sido Vox, que ha capitalizado el descontento hasta alcanzar los 11 diputados, más del doble que en los anteriores comicios, convirtiéndose en el socio indispensable para el Ejecutivo de Guardiola. Por el contrario, el PSOE sufre una debacle sin precedentes al perder 10 escaños y quedarse con solo 18 representantes, mínimo histórico, mientras que Unidas por Extremadura ha logrado absorber parte de esa caída creciendo hasta los siete parlamentarios.
Lectura en clave valenciana
Este escenario extremeño lanza una advertencia directa al actual president de la Generalitat, Juanfran Pérez Llorca, de cara a las próximas elecciones valencianas dentro de año y medio. Si se replicara una caída de participación de casi ocho puntos en la Comunitat, el Ejecutivo de Pérez Llorca podría enfrentarse a una situación donde, a pesar de ganar, su dependencia de Vox fuera total y mucho más exigente que la actual, especialmente si el socio minoritario se siente legitimado por un crecimiento similar al extremeño. No obstante, la singularidad del ecosistema político valenciano, con la barrera electoral del 5% y la capacidad de resistencia de Compromís, podría actuar como un factor de distorsión que impidiera una réplica exacta de esta mayoría de bloques, obligando a Pérez Llorca a una gestión de alianzas mucho más compleja para evitar el bloqueo institucional.


