Como cada año, llega uno de los momentos más emblemáticos y esperados por muchos valencianos: la llamada oficial de la alcaldesa a las falleras mayores de Valencia. Este acto, lleno de tradición, simbolismo y emoción, marca el inicio de un ciclo festivo en el que la ciudad se viste de gala para celebrar sus fiestas más internacionales: las Fallas. Es un reconocimiento, no solo a las jóvenes elegidas para representar a nuestra fiesta, sino a todo el tejido cultural, social y artístico que define el carácter de Valencia.
La llamada de la alcaldesa es un reflejo de la importancia que tienen las Fallas en nuestra ciudad. Sin embargo, ¿no deberíamos extender esa llamada, ese reconocimiento, más allá del ámbito fallero? Si bien este momento es motivo de orgullo para los que participan directamente en las Fallas, es esencial recordar que la ciudad, su gente y sus valores van mucho más allá de los días de pólvora y monumentos.
Este gesto, cargado de simbolismo, debería también recordarnos la importancia de un compromiso activo por parte de todos los valencianos con su ciudad. Deberíamos esperar de nuestros representantes públicos, no solo que honren nuestras tradiciones, sino que hagan un llamado a la ciudadanía a ser parte activa de la transformación que Valencia necesita. Porque Valencia, como cualquier gran ciudad, enfrenta desafíos que requieren la colaboración y el esfuerzo de todos: desde la preservación de nuestro patrimonio cultural hasta la lucha por un desarrollo sostenible, la mejora de la convivencia y la búsqueda de soluciones ante el cambio climático.
La llamada de la alcaldesa a las falleras mayores debería ser el primer toque de atención para que todos y cada uno de los ciudadanos nos preguntemos: ¿qué estoy haciendo yo por mi ciudad? ¿Cómo puedo contribuir a que Valencia sea no solo una ciudad para vivir, sino una ciudad de la que sentirnos profundamente orgullosos?
La alcaldesa, en su rol como representante máxima de los valencianos, debería aprovechar este momento para hacer una llamada, no solo a las falleras, sino a toda la sociedad valenciana. Una llamada al civismo, a la participación ciudadana, a la responsabilidad ambiental y al respeto por nuestro entorno. Una llamada para recordar que las Fallas no solo son una explosión de fiesta y cultura, sino también un símbolo de unidad, de esfuerzo colectivo y de orgullo compartido.
Valencia es una ciudad vibrante, creativa y llena de potencial, pero su futuro depende, en gran medida, de que cada uno de nosotros tome parte activa en su desarrollo. Cuidemos nuestras calles, nuestras playas, nuestros monumentos; respetemos nuestras tradiciones, pero también abramos los ojos a los retos que nos presenta el siglo XXI. Porque el amor por Valencia no se demuestra solo en la fiesta, sino en cada pequeño gesto diario que contribuya a su bienestar.
Que esta llamada, este momento tan emotivo para las falleras mayores, nos sirva a todos como inspiración para reflexionar sobre nuestro papel como ciudadanos comprometidos, responsables y apasionados por nuestra ciudad. Valencia merece todo nuestro esfuerzo, todo nuestro cariño y toda nuestra dedicación.
Hagamos que la llamada a las falleras mayores sea, este año, una llamada a todos nosotros. Porque el futuro de Valencia depende, en última instancia, de lo que estemos dispuestos a hacer por ella.