La Comisión Europea ha presentado su 19.º paquete de sanciones contra Rusia, motivado por la guerra en Ucrania. Este nuevo conjunto de medidas se centra principalmente en el sector energético, en gran parte debido a la fuerte presión de la administración de Estados Unidos, que ha instado a la Unión Europea a dejar de comprar petróleo y gas natural rusos.
El punto más destacado del paquete es el adelanto del veto a la importación de Gas Natural Licuado (GNL) ruso. La prohibición, inicialmente prevista para enero de 2028, se adelantaría a 2027. Esta medida ataca una vía de suministro que se mantuvo abierta después de que la UE ya limitara el gas que llega por gasoducto. Según el Consejo de la UE, si en 2021 el gas por gasoducto suponía el 41% de las importaciones energéticas comunitarias, en 2024 esa cifra bajó drásticamente al 11%.
La Alta Representante de la Unión para Política Exterior y Seguridad, Kaja Kallas, afirmó en redes sociales que el dinero de las ventas de energía «mantiene viva la guerra de Rusia». Para mermar estos ingresos, se designarán 118 nuevos buques como «flotas sombra y facilitadores,» y se vetará su reaseguro.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció la prohibición total de transacciones con importantes comercializadoras de energía rusas como Rosneft y Gazpromneft. Además, otras empresas verán sus activos congelados. El foco se pone también en quienes facilitan a Rusia eludir las sanciones petroleras: se tomarán medidas contra refinerías, comerciantes de petróleo y petroquímicas en terceros países, incluyendo China. Von der Leyen destacó que los ingresos petroleros rusos en Europa ya se han reducido en un 90% en tres años, buscando ahora cerrar ese capítulo definitivamente.
La presentación de estas ideas a Donald Trump por parte de la política alemana, con quien habló por teléfono esta semana, subraya el componente de presión externa en estas decisiones.
Obstáculos y presión
Para que las sanciones entren en vigor, se requiere el apoyo unánime de los Estados miembros. Sin embargo, países como Hungría y Eslovaquia, cuyos líderes mantienen vínculos con Trump, han sido consistentemente un escollo para aprobar medidas energéticas contra Rusia.
La Comisión ya venía trabajando en un plan de retirada energética rusa, presentado por el comisario de Energía, Dan Jørgensen, en mayo. No obstante, el Ejecutivo comunitario percibió una «desconfianza» inicial en varias capitales. El plan exige a los países elaborar planes nacionales para la eliminación progresiva del gas, la energía nuclear y el petróleo rusos, considerando las particularidades de cada Estado.
Washington ha intensificado sus demandas para acelerar este proceso, con el secretario de Energía de EEUU, Chris Wright, viajando a Bruselas la semana pasada. Cabe recordar que el GNL ruso ya fue objetivo en el 14.º paquete de sanciones, donde se prohibieron inversiones en proyectos rusos de este gas, el uso de puertos europeos para su trasbordo y la importación a terminales específicas.
El paquete también incluye nuevas restricciones financieras. Por primera vez, las plataformas de criptomonedas se ven afectadas, con una prohibición de transacciones en criptomonedas. También se elaborará una lista de bancos extranjeros ligados a sistemas de pago rusos alternativos y se limitarán las transacciones con entidades en zonas económicas especiales. Adicionalmente, se sancionará a los involucrados en el secuestro de niños ucranianos.
Von der Leyen reiteró la propuesta de utilizar los activos rusos congelados por sanciones anteriores como garantía para extender un crédito a Ucrania, insistiendo en que «Rusia debe pagar por la guerra». Sin embargo, tranquilizó a los Estados miembros más reticentes asegurando que los activos no serían confiscados.
En el fondo de este panorama energético, Estados Unidos emerge como el gran beneficiado, siendo el principal proveedor de GNL de la UE (45% del total importado el año pasado). De hecho, el acuerdo cerrado en julio entre Von der Leyen y Trump incluye el compromiso de la UE de adquirir 750.000 millones de euros en energía estadounidense (principalmente GNL y petróleo) hasta 2028.



